Leonardo Boff/ 07/dic/2012 El modelo aún dominante en las discusiones ecológicas se centra en
el ámbito estatal y en el mundo; en economía la explotación de la naturaleza,
el crecimiento / desarrollo ilimitado a nivel mundial y la competencia; en
política prevalece la centralización, la jerarquización, el control y el
gobierno de la mayoría; en la cultura lo cuantitativo sobre lo cualitativo, la
uniformización de las costumbres, el consumismo y el individualismo y el
pensamiento tecnocrático.
Este paradigma subyace en gran parte a la crisis actual de la
tierra, pues la considera como un todo uniforme sin valorar la singularidad de
sus muchos ecosistemas y la diversidad de las culturas. Por eso, genera
desequilibrios en el sistema de la vida y en la dinámica natural de la Tierra
viva. Era la crítica que Chico Mendes hacía al abordar el desarrollo de la
Amazonía: querer aplicar uniformemente las mismas tecnologías y métodos de
otras regiones de la Tierra. Tal procedimiento daría lugar a la devastación de
la Amazonia, como de hecho está ocurriendo. De ahí su propuesta del
extractivismo como adecuado a ese ecosistema: Extrae lo que se necesita para el
comercio, pero preservando la riqueza de esa selva, fundamental para los climas
y el equilibrio general del planeta.
Hoy se está imponiendo otra vertiente más amiga de la naturaleza y
con posibilidades para sacarnos de la crisis actual: el biorregionalismo. La
biorregión se circunscribe a un área normalmente definida por los ríos y el
macizo de montañas. Tiene un cierto tipo de vegetación, de geografía del
terreno, de fauna y flora y muestra su propia cultura local con sus hábitos,
tradiciones, valores, religión y la historia hecha en el lugar.
En cuanto a términos de escala se centra en la región y en la
comunidad; en economía, en la conservación, la adaptación, la autosuficiencia y
la cooperación; en política, en la descentralización, la subsidiariedad, la
participación y la búsqueda de consenso; en cultura favorece la simbiosis, la
diversidad y el crecimiento cualitativo e incluyente.
El biorregionalismo no es nuevo, ya que está inspirado en los
antiguos modos de vida, antes de la aparición de los imperios con su
burocracia, jerarquía y ejércitos, base de los estados modernos.
La tarea básica de biorregionalismo es hacer que las gentes
entiendan y aprecien el lugar donde viven. Es importante que conozcan el tipo
de suelos, los bosques, los animales, las fuentes de agua, la dirección de los
vientos, los climas y microclimas, los ciclos de las estaciones, lo que la
naturaleza nos puede ofrecer en términos de paisaje, alimentos y bienes y
servicios para nosotros y para toda la comunidad de vida. Es necesario que la
gente se impliquen en la cultura local, en las estructuras sociales, urbanas y
rurales, aprenda de las figuras ejemplares de la historia local. Y, finalmente,
se sienta hijo e hija de la Tierra.
En la biorregión la sostenibilidad se hace real y no retórica al
servicio del marketing; puede convertirse en un proceso dinámico que aprovecha
racionalmente las capacidades que ofrece el ecosistema local, creando más
igualdad, disminuyendo la pobreza hasta niveles razonables, facilitando la
participación de las comunidades en la creación de los proyectos y en las
prioridades.
Aun siendo la comunidad local la unidad básica, esto no invalida
las unidades sistémicas más grandes (inter-regionales, nacionales e
internacionales) que afectan a todo el mundo (por ejemplo, el calentamiento
global). La idea de lo glocal,
es decir, pensar y actuar local y globalmente nos ayuda a articular las dos
dimensiones. Siempre es necesario informarse sobre las experiencias de otras
regiones y cómo va el estado general del planeta Tierra.
El biorregionalismo posibilita que las
mercancías circulen localmente, evitando las largas distancias; favorece el
surgimiento de cooperativas comunitarias; persiste la economía de mercado, pero
compuesta principalmente, aunque no exclusivamente, de empresas familiares,
iniciativas cuyos propietarios son los propios trabajadores y una cooperación abierta
entre barrios y municipios, como ocurre entre varios municipios del valle del
río Itajaí en Santa Catarina y en otros lugares.
El biorregionalismo permite dejar atrás el objetivo de "vivir
mejor" (ética de la acumulación ilimitada) para dar espacio al "buen
vivir y convivir" (ética de la suficiencia) de los andinos, que implica
siempre el bienestar de toda la comunidad y entrar en armonía con la Madre
Tierra, con los suelos, con las aguas y con los demás elementos que garantizan
nuestra vida en común con los otros seres vivos del ecosistema.
Este es un camino que se está abriendo en muchos
lugares del mundo. Establece una semilla de esperanza en medio de la falta de
alternativas de hoy en día.
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