lunes, 5 de octubre de 2015

Os invitamos a descubrir la propuesta de la Agenda para el próximo año 2016, y su llamada al debate, a la reflexión y al discernimiento personal o grupal. Y también a la celebración de su 25 Aniversario.

Nuestra Latinoamericana sigue convocando, a modo de ágora impresa, siempre abierta a la participación de todos y todas.

Llamativamente, el tema de nuestra Agenda Latinoamericana de 2016 viene haciéndose cada día más actual. Economistas teóricos, pensadores connotados, instituciones sociales, observadores y creadores de opinión concuerdan en sus conclusiones: desde hace algunas décadas la desigualdad social del mundo está llegando a máximos desconocidos y se está acercando a límites peligrosos. Es un tema de plena actualidad y sumamente urgente.
Por otra parte, desde lo que podríamos llamar el sector laico amplio de la teología latinoamericana de la liberación, el tema es, además, profundamente transversal: preocuparse por la igualdad en la sociedad humana, aunque se trate de la igualdad económica, es asumir una preocupación global, es preguntarse por la posibilidad infraestructural primera para todos aquellos otros valores fundamentales por los que luchamos: la justicia, la superación de la pobreza y de la explotación, los derechos humanos, la libertad...
Así pues, en nuestra Agenda, la Igualdad reviste ese carácter transversal cuasitranscendental que le dieron los revolucionarios de todos los tiempos: ¡es un tema de tradición revolucionaria!


85 personas tienen una riqueza equivalente al
patrimonio de la mitad pobre de la humanidad. Y el
1% más rico de la población, en este año 2016, va a
superar su propio récord patrimonial traspasando la
barrera psicológica del 50% de la riqueza del mundo:
se ha hecho con medio mundo (y continúa creciendo).
¿A qué porcentaje de la tarta habrá de reducirnos la
riqueza extrema, para que despertemos y decidamos
poner fin a esta situación indigna de la humanidad?
¿Cuándo tomaremos conciencia efectiva de que somos
mayoría aplastante, ¡el 99%!?


Pedro Casaldáliga y José María Vigil



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